Avanza con un propósito (parte 2)

Entiende: sentirse perdido y confundido no es culpa de nadie. Es una reacción natural a haber nacido en una época de grandes cambios y caos. Los antiguos sistemas de apoyo-religiones, causas universales en que creer, cohesión social- han desaparecido en su mayoría, al menos en el mundo occidental. También desaparecieron las elaboradas convenciones, reglas y tabús que alguna vez dieron cauce al comportamiento. Todos estamos a la deriva, y no es de sorprender que demasiadas personas se pierdan en las adicciones y la depresión.

El problema es simple: debido a nuestra naturaleza, los seres humanos ansiamos una dirección. Otros organismos vivos dependen de instintos elaborados para guiarse y determinar su conducta. Nosotros dependemos de nuestra conciencia. Sin embargo, la mente es un barril sin fondo que nos brinda interminables espacios por explorar. Nuestra imaginación puede llevarnos a cualquier sitio y hacer aparecer cualquier cosa por arte de magia. En cualquier momento podemos optar por dirigirnos a un centenar de direcciones distintas. Sin sistemas de creencias o convenciones establecidas, no tenemos un rumbo obvio que guie nuestro comportamiento y decesiones, y esto puede resultar enloquecedor.

Por fortuna, hay una salida para este predicamento, y esta al alcance de todos y cada uno de nosotros. No hace falta buscar gurus ni añorar el pasado y sus certidumbres. Existen una brujula y un sistema de orientación. Provienen de buscar y descubrir el propósito individual de nuestra vida. Este es el camino que han seguido los individuos mas exitosos, quienes han contribuido como nadie al avance de la cultura humana, y nos basta con verlo para tomarlo. He aquí como opera esto.

Cada ser humano es único. Esta singularidad esta inscrita en nosotros de tres formas: la configuración de nuestro ADN, única en su género; la particular manera en que nuestro cerebro esta programado, y nuestras experiencias en la vida, que son diferentes a las de cualquier otro. Considera esta singularidad como una semilla que se siembra cuando naces, con potencial para crecer. Y esta singularidad tiene un propósito.

En la naturaleza, en un ecosistema prospero podemos observar un algo nivel de diversidad entre las especies. La equilibrada operación de esas diferencias especies garantiza la riqueza y autosuficiencia del sistema, que crea nuevas especies y mas interrelaciones. Los ecosistemas con escasa diversidad son mas bien estériles y de salud precaria. Los seres humanos operamos en nuestro propio ecosistema cultural. Vemos que, a lo largo de la historia, las culturas mas celebres y saludables han sido aquellas que han alentado y explotado la mayor diversidad interna entre los individuos: la antigua Grecia, la dinastía china Song, el Renacimiento italiano y el mundo occidental en la conformidad y esterilidad cultural de las dictaduras.

El florecimiento de nuestra singularidad en el curso de la vida, por medio de nuestras habilidades particulares y la naturaleza especifica de nuestro trabajo, nos permite poner la parte que nos corresponde en esa necesaria diversidad. Esta singularidad trasciende de hecho nuestra existencia individual. Ha sido impresa en nosotros por la propia naturaleza. ¿Cómo podríamos explicar, si no, por que nos atrae la música, o ayudar a los demás, o formas particulares del conocimiento? Lo hemos heredado, y está ahí con un propósito.

El empeño en identificar y cultivar esa singularidad nos brinda un camino a seguir, un sistema interno de guía por la vida. Pero el enlace con ese sistema no ocurre fácilmente. Normalmente, los signos de nuestra singularidad son mas claros para nosotros en la infancia temprana. Nos sentimos atraídos por naturaleza a temas o actividades particulares, pese a la influencia de nuestros padres. Llamemos a esto inclinaciones primordiales. Nos hablan como lo haría una voz. Cuando crecemos, sin embargo, esa voz es ahogada por nuestros padres, que es magnífico, que no lo es. Perdemos así nuestro concepto de nosotros mismos, aquello que nos hace diferentes. Elegimos una trayectoria profesional que no encaja con nuestra naturaleza.

Para hacer uso de nuestro sistema de orientación, debemos recuperar lo mejor posible nuestra singularidad y aprender a confiar en esa voz. En el grado en que logremos hacerlo, seremos recompensados.

Tendremos una dirección, en forma de una trayectoria profesional que armoniza con nuestras inclinaciones particulares. Tendremos un llamado. Sabremos que habilidades necesitamos y querremos desarrollarlas. Tendremos metas y submetas. Cuando nos desviamos o nos metamos en complicaciones que nos distraen de nuestras metas, nos sentiremos incomodos y recuperaremos pronto el rumbo. Quizás exploremos y tengamos aventuras, como es natrual que ocurra cuando somos jóvenes, pero habrá una dirección en nuestra exploración que nos liberara de dudas y distracciones continuas.

Este camino no requiere que sigamos una línea simple o que nuestras inclinaciones se restrinjan. Podríamos sentir interés por varios tipos de conocimiento. Nuestro camino implica dominar cierta variedad de habilidades y combinarlas en formas muy inventivas y creativas. Este fue el genio de Leonardo de Vinci, quien comino sus intereses en el arte, la ciencia, la arquitectra y la ingeniería, habiendo dominado cada una de esas áreas. Esta forma de seguir el camino armoniza con nuestros modernos gustos eclécticos y el gusto por una exploración mas amplia.

Cuando adoptamos este sistema de orientación, todas las emociones negativas que nos aquejan en nuestra falta de rumbo son neutralizadas, e incluso se vuelven positivas. Por ejemplo, quizá nos aburramos en el proceso de acumular habilidades. La practica puede ser tediosa. Pero podemos aceptar el tedio, a sabiendas de los grandes beneficios que conlleva. Aprendemos algo que nos emociona. No ansiamos distracciones constantes. Nuestra mente esta gratamente absorta en el trabajo. Desarrollamos la aptitud de concentrarnos, lo que nos llena de ímpetu. Retenemos lo que asimilamos, porque estamos emocionalmente involucrados en el aprendizaje. Aprendemos más rápido entonces, lo que redunda en energía creativa. Con una mente rebosante de información fresca, se nos ocurren ideas cuyo origen desconocemos. Alcanzar tales niveles de creatividad es muy satisfactorio, y facilita la adición de habilidades a nuestro repertorio.

En poder de un propósito, nos sentimos menos inseguros. Tenemos una sensación general de que progresamos, realizamos parcial o totalmente nuestro potencial. Evaluamos nuestros logros pasados, grandes o pequeños. Acabamos lo que empezamos. Quizá tengamos momentos de duda, pero por lo general estarán mas relacionados con la calidad del trabajo que con nuestra autoestima: ¿hicimos mejor nuestro trabajo? Como ya nos concentramos mas en el trabajo y su calidad que en lo que los demás piensan de nosotros, podemos distinguir entre criticas practicas y malintencionadas. Tenemos una resistencia interior que nos ayuda a recuperarnos de los fracasos y a aprender de ellos. Sabemos lo que somos y esta conciencia se vuelve nuestra ancla en la vida.

En poder de este sistema de orientación podemos convertir la ansiedad y el estrés en emociones productivas. Cuando tratamos de cumplir nuestras metas -un libro, un negocio, ganar una campaña política-, tenemos que manejar un alto grado de ansiedad e incertidumbre, tomar a diario decisiones acerca de que hacer. Entretanto, aprendemos a controlar la ansiedad; si pensamos demasiado en lo lejos que tenemos que llegar, podríamos ofuscarnos. Aprendemos en cambio a concéntranos en metas pequeñas a lo largo del camino, sin perder cierta sensación de apremio. Desarrollamos la aptitud de regular la ansiedad: suficiente para no cesar en nuestro avance y en el mejoramiento del trabajo, pero no tanta como para que nos paralice. Esta es una habilidad importante en la vida.

Desarrollamos también una alta tolerancia al estrés, e incluso nos beneficiamos en el. Los seres humanos estamos hechos en realidad para manejar el estrés. Nuestra inquieta y enérgica mente propera cuando estamos activos mental y físicamente, y la adrenalina nos invade. Se sabe que las personas tienden mas pronto a envejecer y deteriorarse justo después de que se retiran. Su mente ya no tiene con que alimentarse. La ansiedad la tortura. Se vuelven menos activos. Mantener un poco estrés y tensión, y saber como manejarlos puede mejorar nuestra salud.

Por último, con un propósito somos menos propensos a la depresión. Si, los momentos de desaliento son inevitables, e incluso bienvenidos. Hacen que nos apartamos y reevaluamos, como le sucedía a King. Pero mas a menudo nos sentimos entusiasmados y elevados por encima de la mezquindad que suele distinguir a la vida diaria en el mundo moderno. Contribuimos a algo que es micho mas grande que nosotros mismos, y eso nos ennoblece. Tenemos momentos de gran realización que nos sostienen. Incluso la muerte puede perder su aguijón. Lo que hemos logrado nos sobrevivirá, nos vemos libres de la agobiante sensación de haber desperdiciado nuestro potencial.

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