Jody Rohmer, un vendedor de 52 años de edad, acude a un psiquiatra en el seno de un proceso judicial que estudia su reasignación de género legal como mujer.
Jody nació
con genitales masculinos y fue educada como varón. A diferencia de su hermano
mayor, mas típicamente masculino, a Jody la habían considerado
<<mariquita>> desde la primera infancia, pues normalmente prefería
la compañía de las niñas a la de los niños. Durante la adolescencia se había considerado
un varón bisexual. Alrededor de los 19 años de edad, durante una relación romántica
con un hombre, se había dado cuenta de lo mucho que deseaba ser mujer. La relación
acabo, pero el deseo de ser mujer evoluciono hasta convertirse en la clara sensación
de que había nacido con un género que no era el suyo. Trato de averiguar si
aquella sensación ya había existido antes, pero lo único que recordaba eran
ocasiones en que le hubiera gustado ser chica para sentirse más cómodo con sus
amigas. Sin embargo, se acordaba perfectamente de que a los 19 0 20 años estaba
muy descontenta de que la consideraran varón y veía sus propios genitales como
<<repugnantes>> y un <<error de la naturaleza>>. Entre
los 22 y los 24 años, la Sra. Rohmer vivió como mujer e incluso se cambió el
nombre, usando únicamente prendas femeninas. También tenía citas. Los varones
homosexuales y heterosexuales no solían mostrar interés, por lo que salía principalmente
con lesbianas o personas en las distintas fases del cambio de sexo.
A la edad de 24 años, la Sra. Rohmer fue evaluada por dos psiquiatras con experiencia, asignados por el tribunal, que se mostraron de acuerdo con sus puntos de vista. Ese mismo año se sometió a intervenciones quirúrgicas de cambio de sexo, a las que siguió la reasignación legal de varón a mujer. Los resultados de la cirugía de reasignación no fueron muy buenos. Vivió como mujer más de 15 años, pero la experiencia no cumplió sus expectativas. Al ser una persona alta y musculada, a menudo la tomaban por un transexual en lugar de una mujer como cualquier otra. Este constante escrutinio publico era para ella <<agotador>>. Aunque tuvo muchas citas durante este periodo, las relaciones con parejas tanto masculinas como femeninas siempre resultaban decepcionantes.
A los 42 años, la Sra. Rohmer consulto a un cirujano plástico y le pidió que le quitara los implantes mamarios. Esperaba que la vida fuera <<más fácil y relajada>> en el rol de varón. La idea de integrar <<rasgos de personalidad masculinos>>como, según ella, mas asertividad y dominancia, le despertaba curiosidad y le hacía ilusión. Tras la operación, empezó a tomar hormonas masculinas, que la hicieron más activa y agresiva.
Sin embargo, este cambio no le ayudo a sentirse mejor. Echaba de menos sus genitales masculinas estimularon su apetito sexual, pero ya no tenía la posibilidad de tener orgasmos masculinos normales. En lugar de sentirse relajada, después de las relaciones sexuales se notaba tensa e insatisfecha. Además, las citas se complicaron. Seguía siendo bisexual, pero le atraían principalmente los hombres. A la mayoría de los gays no les interesaba una relación (ni el sexo) con alguien de aspecto masculino a pesar de tener genitales femeninos. Se acercó a los círculos de lesbianas, pero no pudo encontrar pareja. Notaba también que las hormonas masculinas la volvían más osada y agresiva en el trabajo, lo que acabo llevándola a perder su empleo y a vivir de un subsidio público, una caída embarazosa para ella dado el éxito de su anterior carrera profesional.
La Sra. Rohmer dejo de tomar hormonas masculinas a los 51 años de edad y observo que su identidad femenina seguía siendo muy marcada, incluso más de lo que había imaginado. Se tranquilizó, encontró un trabajo nuevo y llego a la conclusión de que su feminidad era ya irreversible. A los 52 años se puso de nuevo implantes mamarios y solicito a los tribunales mamarios y solicito a los tribunales que la volvieran a asignar legalmente el género femenino.
La Sra. Rohmer refirió que había estado <<deprimida>> a los veintipocos años y que la psicoterapia le había resultado útil. Dijo que era una persona normalmente ansiosa y que en general, le preocupaba que la gente la juzgara negativamente. Añadió que también creía ser ecuánime al respecto y que la mayoría de la gente la identificaba enseguida como un hombre en un cuerpo de mujer y por ello la criticaban. Describió que, a los treinta y tantos años, paso por un periodo en el que bebía alcohol todas las noches para poder dormir, aunque sin consecuencias negativas. Dijo que nunca se había intentado suicidar, ni se había infligido lesiones o cortes, ni la había detenido la policía. Dijo que <<casi>> había abandonado la idea de tener una buena relación, pero que <<de algún modo>> seguía siendo optimista de cara al futuro. Negó que sus relaciones hubieran sido; lo habitual, dijo, era que la otra persona se sintiera al principio intrigada y después perdiera el interés.