Disfunción sexual

Elizabeth Olsen y Finn Nelson acuden a un terapeuta de parejas por tener  cada vez más riñas justo antes de su próxima boda. Ambos son abogados de éxito de treinta y muchos años. Se conocen desde el instituto, llevan saliendo 2 años y tenían previsto casarse dentro de unos 6 meses. Ambos niegan haber acudido antes a ningún terapeuta o haber recibido diagnósticos psiquiátricos.

El terapeuta de parejas los recibió juntos en una sesión. La Sra. Olsen y el Sr. Nelson dijeron que estaban muy enamorados y querían que el matrimonio funcionase, pero también que se peleaban muy a menudo. Las Sra.Olsen dijo que admiraba lo brillante y estable que era el Sr. Nelson y que no sabía por que reñían. El, por otro lado, dijo que seguía <<totalmente enamorado>>, aunque molesto por la falta de interés de la Sra. Olsen, en general, hacia él. Hacia el final de la sesión, el Sr.Nelson pregunto a la Sra.Olsen si quería sacar <<el tema de la agenda, del alcohol o del sexo>>, a lo que ella sonrió diciendo: <<Me temo que ya no hay tiempo hoy>>.

El terapeuta los cito a ambos por separado. En la sesión del Sr. Nelson, este explico que su mayor problema con la Sra. Olsen era que a ella no le interesaba el sexo. Dijo que parecía dejarse hacer y que siempre necesitaba alcohol. Le preocupaba que el fuera un <<7>> tratando de salir con una <<10>> y que, sencillamente, no le resultara atractivo. También le preocupaba que el la amase más que ella a él y que, por mucho que lo intentara, era incapaz de conducirla al orgasmo o de tan siquiera excitarla. Esto lo había llevado a insinuarse menos veces y, cuando lo intentaba, a menudo tenía que <<rendirse a medio camino>>. El le había sacado el tema varias veces, pero ella insistía en que no había ningún problema. El terapeuta le pregunto que que había querido decir con lo del <<tema de la agenda>>. El explico que, desde que habían empezado a salir, ella había limitado el tiempo que pasaban juntos a una sola <<noche entre semana>>, normalmente el martes, y luego a la noche del viernes o la del sábado. Ella insistía en que esta agenda le era necesaria para poder realizar su trabajo y ver a sus mejores amigas, pero a el le parecía cada vez más claro que era para evitarlo.

En su sesión individual, la Sra. Olsen dijo que lo que más la frustraba era la intensidad del Sr. Nelson. Había implantado la agenda semanal porque, de lo contrario, el estaría siempre detrás de ella para tener relaciones sexuales. Por lo visto, él quería sexo cada vez que estaba juntos, a menudo dos veces en el la misma noche. Admitió sin problemas que se emborrachaba para poder tolerar el sexo. Añadió que había bebido alcohol para atontarse desde que había empezado a salir con chicos en la adolescencia. Hasta que empezó a salir con el Sr. Nelson, la mayoría de sus experiencias sexuales habían sido <<con desconocidos estando bebida>>. Había tenido un par de novios, pero era gay y lo llevaba en secreto y el otro <<se contentaba con una mamada de vez en cuando>>. No le había contado al Sr. Nelson estas aventuras porque prefería que la siguiera viendo como <<una belleza casi virginal>>. Aunque el alcohol hacia que el sexo resultara aceptable, <<la excitación sexual casi siempre es intolerable>>, produciéndole deseos de perder el conocimiento. En los últimos meses, el Sr. Nelson había insistido cada vez más en <<el tema del orgasmo>>. Antes, habría roto con cualquier novio que hubiera actuado de esa manera, pero ahora creía que tenía que aguantarse porque ya tenía casi 40 años y esta era la <<última oportunidad de tener un hijo>>. Al preguntarle por qué creía que tenía estos problemas con el sexo, la Sra. Olsen miro por la ventana durante casi 1 minuto y respondió: <<No se lo voy a decir>>.

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