Rabietas y Sintomas Somaticos

Zack es un niño de 8 años al que la madre lleva a la consulta de psiquiatría porque cada vez tiene más rabietas y síntomas somáticos sin causa aparente. La madre refiere que los síntomas parecen relacionados con las noches que pasa en casa de la tia, otra madre soltera con un niño de edad parecida a la Zack. 

Había estado muy unido a la tía desde que nació y, desde hacía poco, dormía en su casa todos los viernes porque la madre trabajaba ese día en el turno de noche.

Desde 2 meses antes de la consulta, Zack se quejaba los viernes de náuseas y dolores de cabeza, diciendo que la casa de la tía era <<asquerosa>>. Siguió yendo a regañadientes y en una ocasión llamo a la madre al trabajo, exigiendo que fuera a buscarlo y añadiendo:  <<Los demás niños viven en su propia casa todos los días de la semana>>.

Desde hacía unas semanas, Zack gritaba y se escondía cuando llegaba a la hora de ir a la casa de la tía. A la madre empezó a preocuparle que a Zack le hubiera <<pasado>> algo en alguna de las visitas. Se esforzaba en entender por qué Zack no ponía objeciones a ver a su tía y a su primo en ningún otro sitio, ni a que el primo durmiera en casa. Su hermana había sido siempre una <<buena madre>> y siempre estaba en casa cuando el sobrino dormía con ella. Tenía un novio, pero a Zack parecía gustarle. De hecho, a Zack le gustaba especialmente ir al parque o a jugar a la pelota con el primo y el novio.

Zack no había tenido nunca problemas de separación, conductuales o emocionales especialmente importantes. Había cumplido todos los hitos del desarrollo puntualmente. Nunca había ido al médico, aparte de las visitas periódicas y de un mal resfriado que tuvo a los 3 años de edad. Sin embargo, Zack todavía no había adquirido la continencia nocturna y mojaba la cama unas dos veces por semanas. No tenía síntomas miccionales diurnos ni estreñimiento. El pediatra les había dicho que esto era <<normal>> a la edad de Zack. La madre no le había dado nunca mucha importancia y Zack jamás había expresado que se sintiera mal al respecto.

Por el lado de la madre, en los antecedentes familiares no había problemas psiquiátricos; ella misma explico que su desarrollo había sido normal, según le habían dicho. La madre sabia poco del desarrollo o los antecedentes familiares del padre de Zack, y no había vuelto a verlo desde que Zack nació.

Durante la exploración del estado mental, Zack se mostró colaborador y su aspecto era el de un niño bien nutrido y bien cuidado. No le resultaba difícil separarse de la madre.

Tras un periodo inicial de calentamiento con el entrevistador, empezó a hablar de forma espontánea con un vocabulario apropiado para su edad. Mantenía el contacto ocular correcto para sus años. El afecto era al principio levemente ansioso, pero se tranquilizó rápidamente. La ansiedad reaparecía únicamente al hablar de las noches que dormía fuera: Zack se removía algo nervioso, miraba menos a los ojos y se mostraba levemente irritable hacia la madre. Al preguntarle por las camas mojadas, Zack pareció sentirse avergonzado. Dijo que había mojado la cama en casa de su tía algunas veces y que tanto el primo como el novio de la tía le hacían bromas al respecto. La tía había intervenido, pero Zack dijo que le <<deba miedo>> que pudiera volver a ocurrir.

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