Thomas, un niño de 8 años de edad con discapacidad intelectual de leve a moderada, fue llevado por sus padres al servicio de urgencias (SU) por un dolor abdominal que tenía desde hacía varios semanas y que había tenido una sola deposición en la última semana, y que ese mismo día había vomitado. Los profesores de su aula de educación especial para niños con discapacidad intelectual habían redactado un informe aquella misma semana señalando que los problemas de Thomas habían aparecido poco después de su traslado desde un colegio parecido de Florida unos 4 meses antes. Profesores y padres coincidían en que Thomas parecía a menudo molesto, meciéndose, llorando y agarrándose el vientre.
Una semana antes, un pediatra le había diagnosticado una exacerbación aguda de un estreñimiento crónico. El uso del laxante de parafarmacia recomendado no sirvió de nada y Thomas empezó a quejarse de dolor nocturno. El malestar lo llevo a desinteresarse de sus aficiones favoritas, que eran los videojuegos y los deportes. Ahora tendía a quedarse en su cuarto, jugando con los soldados de juguete que había heredado de la colección de su abuelo. Aparte de los episodios de irritabilidad y lloriqueo, en general le iba bien en el colegio, tanto en clase como en el recreo. Cuando no se quejaba de dolores de tripa, Thomas comía bien y mantenía su lugar, más o menos, en el percentil 40 de estatura y peso en la curva de crecimiento.
En los antecedentes de Thomas destacaban el estreñimiento y los dolores abdominales, además de dolores de cabeza intermitentes. Todos estos síntomas habían empeorado varios meses antes, después de que la familia se mudara de una casa en una zona semirrural de Florida a un viejo apartamento de un inmueble sin ascensor en una gran ciudad. Compartía el cuatro con su hermano menor (de 6 años), producto de un embarazo imprevisto sin incidentes, que iba a un colegio público local de educación normal. Thomas decía que su hermano era sus <<mejor amigos>>. Thomas había sido adoptado al nacer y no se sabía nada de sus padres biológicos, excepto que eran adolescentes incapaces de cuidar del niño.
En la exploración realizada en la SU, Thomas dio la impresión de ser un niño bien aseado, sentado en el rezago de la madre. Lloraba, estaba irritable y se negó a hablar con el examinador. En cambio, les repetía a los padres que le dolía el estómago. En la exploración física no se observó fiebre y las constantes vitales eran estables. El único hallazgo fue la presencia de dolor generalizado a la palpación en todo el abdomen, aunque era difícil de valorar porque estuvo llorando incontrolablemente durante casi todo el examen.
Una radiografía abdominal revelo múltiples partículas metálicas de pequeño tamaño por todo el tubo digestivo, que se sospechó desde el principio que eran raspaduras de pintura de alto contenido en plomo que había ingerido, y tres objetos metálicos de 2 centímetros de longitud en el estómago. El nivel de plomo en sangre era de 20g/dL (el normal en los niños es de < 5g/dL). Un interrogatorio más concreto revelo que Thomas, al ser estreñido, solía pasar ratos largos a solas en el cuarto de baño. Los padres explicaron que, aunque el baño se estaba renovando, la pintura era vieja y estaba descascarillada. Los médicos pensaron que los cuerpos extraños grandes no podían pasar del estómago y que podrían explicar el estreñimiento. La endoscopia logro extraer del estómago de Thomas tres viejos soldados de metal.