Los efectos de la introducción del lenguaje en el comportamiento humano son fáciles de conjeturar. El lenguaje hizo posible comunicar las reglas del buen comportamiento a los niños mediante preceptos y de hacerlas cumplir a los adultos mediante el habla. Las respuestas eficaces a distintas circunstancias se garantizaron, por lo general, mediante reglas tradicionales de comportamiento, y las fricciones se minimizaron porque todos sabían que esperar de los demás en situaciones ordinarias. Ese conocimiento redujo las riñas, maximizo la cooperación eficaz y permitió que hubiera el mismo idioma. El lenguaje, de cualquier modo, también facilita la mejora de nuestras respuestas conductuales cuando la experiencia defrauda las expectativas. Nos ayuda a ir de un lado a otro en un tiempo imaginado, recordando cosas útiles del pasado y planeando que hacer en el futuro.
El lenguaje es tan poderoso y dominante en la vida humana que parece correcto decir que nuestros antepasados solo se volvieron enteramente humanos cuando comenzaron a usar lenguaje y a actuar sin basarse solamente en los estímulos sensoriales sino de acuerdo con planes y esperanzas, y verbalmente formularon ideas sobre sí mismos y sobre todo lo que les rodeaba. Una vez que se logró la coordinación verbal cara a cara de la mayor parte del comportamiento cotidiano, los acontecimientos posteriores que marcaron hito en la historia de la humanidad dependieron principalmente de mejoras en la comunicación que hicieron posible que los mensajes viajaran más lejos y con mayor precisión a través del tiempo y la distancia que lo que es normal para la palabra oral.
Redes de mensajes, comunicados de forma oral, complementados por gestos y, a veces, solemnizados por ritos, crearon y sostuvieron a las comunidades humanas locales. Con el tiempo, un número cada vez mayor de estas comunidades primarias llegaron a incorporarse a redes de comunicación más grandes centradas en las ciudades y dando sustento a lo que llamamos civilizaciones. En comparación con las comunidades primarias, las civilizaciones eran estructuras sociales tumultuosas e inestables, pero también eran más poderosas, ejerciendo control sobre el medioambiente natural y coordinando las acciones de números más grandes de personas, en parte por obediencia a órdenes y en parte por intercambios negociados, más o menos voluntarios, de bienes y servicios. Desde que surgieron las primeras civilizaciones, la complejidad social civilizada ha tenido a propagarse, hasta que en nuestros propios tiempos casi todo la humanidad está sumergida en un solo sistema global, intercambiando mensajes furiosamente y trastornando los modos de vida tradicionales en casi todas partes.
Los detalles de cómo pequeñas bandas errantes con contactos externos solo esporádicos se transformaron en el mundo unificado de hoy día no se historiador imaginativo puede esperar discernir acontecimientos importantes que marcaron hito en el proceso civilizador al enfocarse en los adelantos de la comunicación que alteraron el alcance y flujo de mensajes entre las poblaciones humanas, acelerando así la propagación de innovaciones y satisfaciendo necesidades y deseos humanos mejor que antes.