Los jefes maquiavélicos no se creen Dios. Son extremadamente inteligentes y tienen más juicio. Pero pueden acabar contigo por ensuciarles la alfombra de su despacho. A los jefes maquiavélicos les fastidia no poder echar a Dios de su puesto de trabajo y no les importa descargar su frustración sobre el resto de los mortales.
Los jefes maquiavélicos ven el universo como una enorme pirámide. Hay un lugar en la cúspide que les pertenece por derecho divino. Los jefes maquiavélicos comprometen hasta el último gramo de su ser alcanzar esa cúspide. No les importa a quien o que tengan que pisar para llegar hasta allí. Simplemente no quieren que se les niegue ese derecho.
Si te sientes agredido, atropellado o convertido en una víctima más de la carrera del maquiavélico hacia la cumbre, no lo tomes como excepto en el momento en que te interpongas en su camino. Ese momento te pertenece y lo revivirás una y otra vez en tus pesadillas.
Los jefes maquiavélicos solo se sentirán satisfecho o se mostraran benevolentes cuando alcancen la cúspide. E incluso entonces será como lanzar una moneda al aire. Pues es posible que en alguna parte hayan leído que existe aún un puesto más alto al que acceder. Los jefes maquiavélicos no descansaran mientras exista la posibilidad de tener más poder. Más aun, en su camino en pos de la cima no prescindirán de ningún tipo de arma de destrucción masiva.
Los jefes maquiavélicos son demasiado inteligentes y asuntos como para ser considerados jefe idiotas. Lo saben todo excepto aquello que no les interesa (como la salud y el bienestar de los demás o las metas y los objetivos de la compañía). Son personas con objetivos muy claros, directas y eficientes. Lo que puede traducirse en crudas y malvadas máquinas de matar. Eliminan los obstáculos que se cruzan en su camino empleado el método más eficaz y asequible que encuentran en cada momento. Ni siquiera con el semáforo en verde se te ocurra cruzar la calle delante de un maquiavélico acelerado.
Existen diversas maneras de protegerte si trabajas para un maquiavélico. Dile cosas como <<Sabe,. Jefe? La alfombra del despacho del director general hace juego con tus ojos>>. Si el director general de su empresa lleva un Lexus 430 LS, podrías decirle: <<Jefe, para mi tu eres como un Lexus 430 LS>>. Puedes prescindir de simbolismos y atraer su insaciable hambre de poder con frases como <<Era empresa funcionaria como un reloj si estuvieses al mando>>. La mejor apuesta con los jefes dioses y los jefes maquiavélicos es decirles siempre lo que ellos quieren oír.
Si entiendes que los maquiavélicos perciben el universo como una pirámide, intenta evitar la competencia en todo lo que haga. Más que evitar competir con ellos, algo que los maquiavélicos asumen que la gente hace, deberás adecuar tu lenguaje y conducta de tal manera que les indique que aceptas su derecho a ocupar la cúspide. Igual que le sucedía al jefe dios, el maquiavélico es terriblemente serio en lo que se refiere a la percepción de sí mismo y siente escasa o nula estima hacia ti. En cambio, si te presentas ante tu jefe maquiavélico con la actitud y el modo de actuar correctos, hará lo que sea para que tu lugar de trabajo sea un entorno agradable e incluso evitara que te atropellen.
- Ultima con frecuencia la expresión <<por ti>>. Si dices simplemente <<ya me encargare de ello>>, el jefe maquiavélico podría interpretarlo como una amenaza de derrocamiento. Y es más que posible que no tengas precisamente esa intención. Pero si el jefe maquiavélico sospecha que pretendes derrocarlo, hará que te corten la cabeza. Con el jefe maquiavélico, mejor emplea la frase <<Ya me encargare de ello por ti>>; le resultara menos amenazadora, casi como si lo que fueras a hacer lo hicieses cuando estén juntos aumentara.
- Utiliza <<para ti>> en pasado. Siempre que describas cualquier cosa que haya hecho, incluye las palabras <<para ti>>. De este modo el maquiavélico pensara que actúas siempre en su nombre, aun sin estar en su presencia, y su nivel de bienestar cuando estén juntos aumentara.
- Ponlo al corriente de tus descubrimientos. Siempre que averigües cualquier cosa, dísela. Envíale un e-mail o menciónaselo de pasada. Los maquiavélicos, que están en competencia continua con todo el mundo, aprecian cualquier información que pueda serles útil. Tal Vez se trate de información que no significa nada para ti, pero ten presente que la lucha por supremacía no es en tu contra.
- Asegúrate de que tu jefe maquiavélico está al corriente de todo. Por mucho que te parezca información trivial, lo mejor es que sea al jefe maquiavélico en persona quien te diga que no quiere oírla. Si intuye que le ocultas información, llegara a la conclusión de que quieres competir con él y la relación se enrarecerá. Recuerda en todo momento que se trata de desintoxicar el ambiente.
- Acepta sus invitaciones. Tal vez perturben tu agenda, pero rechazar la invitación de un maquiavélico para comer o asistir a un acto podría interpretarse como resistencia o como un posible movimiento para acceder al poder por tu parte. Se razonable dentro del contexto de tu propia vida, pero comprende que cualquier falta de interés puedes ser una amenaza para un maquiavélico.
- Enmarca tus contribuciones considerando a quien quiere impresionar tu jefe.<< Esto tendría que entusiasmar al gran jefe>> es mucho mejor que decir <<Espero que al gran jefe le guste lo que he hecho>>. Cuando le lances un cumplido a un maquiavélico, ten siempre presente a los que ocupan puestos más elevados en la cadena alimentaria y haz tus comentarios pensando en hasta qué punto lo que tu jefe haga va a impresionar a sus superiores, aunque quien haya trabajado en el tema seas tú.
Igual que sucede con los demás tácticas, utiliza siempre el sentido común y equilibra tus necesidades con el sacrificio que estás dispuesto a realizar. Intenta ver a través de los ojos de tu jefe y tu tengan ritmo distintos, ten siempre presente que quien marca el ritmo definitivo en el trabajo es el. Siempre será más útil para ti aprender a seguir una nueva cadencia que formar tu propia orquesta. Lo único que conseguirías con ello sería frustrarte a tu y a tu jefe, que acabara poniéndote de patitas en la calle.