Diagnosis y prognosis de la medicina

Los avances de la medicina científica desde 1800, cuando alcanzó su madurez, han sido sensacionales. Pero no es perfecta, ni hay motivos para creer que el ejercicio de la medicina podrá ser tan automatizado como las operaciones bancarias. Los problemas médicos están lejos de ser problemas de rutina, porque no hay dos pacientes idénticos y porque, aunque el conocimiento médico actual es enciclopédico, no siempre es profundo y nunca podrá ser exhaustivo. Baste recordar los problemas de la dosificación y de las interacciones entre medicamentos; o piénsese en las diferencias entre los sistemas inmunes de los distintos invididuos o en el costo creciente de la atención médica.

Desde hace unos años se está haciendo alharaca con la llama- da medicina basada en pruebas (evidence based medicine), como si se tratara de una revolución. (Recuérdese el Capítulo 2‘) Incluso se está prefiriendo la «investigación impulsada por datos» (data driven) a la «investigación impulsada por hipótesis» (hypothesis driven). O sea, hay un retorno del empirismo. Esta tendencia no es saludable, porque conduce a la acumulación ciega de datos in- comprendidos y a menudo triviales o peor. ¿Qué, sino alguna hipótesis, puede sugerir buscar datos de cierto tipo? Por ejemplo, ¿para qué investigar el cerebro a menos que se sospeche que hace algo interesante?

De hecho, la medicina propiamente dicha, a diferencia del curanderismo, siempre se ha basado sobre datos. Esta virtud puede exagerarse hasta el vicio: exceso de datos y escasez de teorias. Una ciencia «dura» tiene dos focos: datos empíricos y teorías razonable- mente bien confirmadas y capaces de explicar esos datos y de guiar al experimentador.

Un estudio detallado del comportamiento de niños cretinos no explica ni cura el cretinismo. Este grave trastorno fue explicado, en cambio, por la investigación instigada por la pregunta tipica de la ciencia basica: «¿Cuales son las funciones específicas de las glándulas tiroideas?». La pesquisa sugirió que el cretinismo se debe a una insuficiencia tiroidea que se corrige suministrando extracto de tiroides. Éste es uno de tantos ejemplos de «traducción» del laboratorio biomedico al hospital. Y de los resultados prácticos inesperados de la investigación desinteresada.

Análogamente, no fue un censo de enanos y gigantes lo que explicó el mecanismo de estas anomalías congénitas, sino el estudio de la pituitaria (hipófisis). Al descubrir la hormona del crecimiento, este estudio también permitió corregir esas anomalías. ¿Por qué se eligió la pituitaria y no otro órgano? Porque ya se sabía que esa glándula segrega hormonas de varias clases. En resumen, una hipótesis interesante, verdadera o falsa, sugiere la búsqueda de datos importantes, algunos de los cuales reforzaran o debilitaran la hipótesis, por lo cual merecerán ser llamados elementos de prueba o evidence en inglés.

Hay datos neutros y otros que son pertinentes a alguna hipótesis. Por ejemplo, el dato de que Fulano esta desganado es neutro. En cambio, el hallazgo de laboratorio, de que Fulano sufre de deficiencia de hierro en la sangre, es pertinente a la hipótesis de que padece de anemia, la que, de ser cierta, explicaría su desgano.

Pero ninguna hipótesis suelta puede ser tan potente como un sistema de hipótesis relacionadas entre sí,  sea, una teoría o sistema hipotético-deductivo. Lamentablemente, la medicina moderna es muy pobre en teorías propiamente dichas. Ha habido algunos ensayos de teorizar pero casi todos se han limitado a describir. En particular, casi todos los modelos matemáticos de enfermedades no son sino matematizaciones de curvas empíricas, de modo que no iluminan los mecanismos de acción. Estan, pues, en una etapa prenewtoniana.

¿Será posible digitalizar todo el conocimiento médico y hacerlo accesible en la red, de modo que cualquiera pueda autodiagnosticarse y automedicarse, abaratando así el costo de la asistencia medica? Sólo un fetichista de la información puede creer que el ejercicio de la medicina podra pronto confiarse a sistemas expertos que resuelvan todos los problemas médicos con sólo ingresar en ellos la información pertinente. La información medica no puede ser completa y su «procesamiento» no puede ser automático porque la medicina, aunque ha avanzado muchísimo, todavía no incluye leyes generales. Ni siquiera los ingenieros, que pueden usar toda la física y la química que quieran, pueden diseñar puentes o reactores nucleares perfectos. Sólo un soneto, una sonata o un teorema pue- den ser perfectos. Para que la medicina fuese perfecta habría que criar enfermos perfectos y entrenar médicos omniscientes.

¿Podemos esperar que la investigación biomédica siga avanzan- do al ritmo que adquirió hace un siglo? Esto no es seguro, porque la medicina moderna avanza investigando, y los investigadores necesitan apoyo. Y en años recientes el apoyo a la investigación científica y técnica ha empezado a flaquear: baste ver los recortes presupuestarios de las universidades y la clausura de laboratorios financiados por la industria farmaceutica, la que sigue ganando miles de millones explotando lo ya conocido.

En resumen, hay indicios de que la gran fiesta de la ciencia, que empezó hacia el 1800, está terminando. Y no hay indicios de transformaciones sociales que involucren apreciar mas al investigador que al especulador de bolsa. Es verdad que en China, India y Brasil esta ocurriendo lo contrario, pero también es obvio que la tradición no se puede improvisar. Para colmo, la ideología dominante en casi todo el mundo no es precisamente la de la Ilustración, sino la de la contrailustración: desconfianza a la ciencia y en general a la razón, así como conservadurísmo social. Baste recordar el éxito editorial de Ne’mesis médica, de Ivan Illich, quien afirmó, sin el menor sos- tén empírico, que la medicina causa mas enfermedades que las que cura. El mismo autor también atacó la educación.

Para que florezca la investigación científica y técnica es necesario que haya libertad de investigación, aprecio por la comunidad científica y apoyo a sus trabajos. También ayuda el que los investigadores adopten, aunque sea tacitamente, una filosofía favorable a su propia tarea: La matriz filosófica de la ciencia.

Pongamos a prueba la hipótesis del pentagono, viendo que ocurriría si elimináramos uno a uno cada uno de sus lados. Quedarían estos cinco mutilados:

Sin materialismo, tanto enfermedades como terapias serían consideradas puramente espirituales.

Sin sistemismo, cada enfermedad se atribuiría a un módulo in- dependiente.

Sin realismo, las enfermedades serían ímaginarias o sociales.

Sin cientificismo, se borrarían todos los adelantos médicos de los últimos 500 años.

Sin humanismo, la práctica de la medicina sería mercenaria.

Lejos de ser imaginarios, estos escenarios se han dado en el pasado y aún se hallan en algunas partes. En efecto, (1) todavía se practican las seudomedicinas espiritualistas; (2) se sigue pre- firiendo el enfoque sectorial o local al global o sistémico; (3) el constructivismo, que afirma que la medicina es una construcción social del gremio médico, sigue fuerte; (4) las medicinas «complementarias y alternativas» tienen más prestigio y clientes que hace un siglo; (5) el ejercicio de la medicina se está volviendo cada vez mas mercenario, y las fuerzas represoras siempre encuentran médicos cómplices.

Afortunadamente, siempre hay individuos dispuestos a nadar contra la corriente, y los avances sensacionales de la medicina desde el advenimiento de la farmacología molecular constituyen un trampolín para los próximos saltos. Sin embargo, es imposible adivinar el futuro de la medicina, ya que hay un gran trecho entre lo posible y lo real. Lo que sí puede hacerse es listar algunos de los avances médicos y sociales que, además de ser posibles, son necesarios para aumentar la eficacia de la medicina. He aquí algunos de ellos: intensificación de la convergencia de las ciencia biomédicas; diagnosis médica personalizada; desarrollo de drogas para tratar las enfermedades que asolan a las naciones pobres; bioingeniería de tejidos y órganos; y cese de la división entre medicina para ricos y medicina para pobres.

No se crea que se pueda prescindir impunemente de uno de los lados del pentagono, Por ejemplo, el nazismo distorsionó la antropología y la historiografía, así como envileció a la medicina, cuan- do reemplazó al humanismo por el racismo; el comunismo soviético mutiló la biología, la psicología y la agronomía cuando exigió reemplazar el realismo y el cientificismo por el dogmatismo marxista; la teocracia iraní cortó de raíz la naciente ciencia basica irania; cuando alcanzó el poder, el partido nacionalista hindú impuso en las universidades la enseñanza de la astrología y de la medicina ayurvedica; y los legisladores norteamericanos alentaron al charlatanismo médico y a la industria correspondiente cuando descartaron el cientificismo al obligar a los National Institutes of Health a incorporar un Centro Nacional de Medicina Complementaria y Alternativa.

¿Dónde se cultiva y enseña el pentagono filosófico? No se lo bus- que en las facultades de humanidades porque, desde su fundación, esas facultades han favorecido la erudición antes que la investigación, así como las filosofías indiferentes u hostiles a la ciencia y a la tecnica, como las de Hegel, Schelling, Nietzsche, Bergson, Husserl y Heidegger. Las filosofias favorables al progreso del conocimiento siempre han surgido y se han difundido fuera de esas facultades. Por ejemplo, los filósofos de la Ilustración francesa no se reunían en la Sorbonne, sino en lo del Barón Thiry d’Holbach. La ventaja de esta marginalidad es la libertad de investigar y discutir ideas heterodoxasi Su desventaja es que los aficionados no suelen ser rigurosos, porque tienden a leer lo que les gusta, no lo que necesitan; además, los estudiantes no tienen acceso a esas elites. Pero siempre es posible encontrar un laboratorio o un seminario donde pensar y discutir ideas favorables al avance de las ciencias.

Cierre

Para terminar: la medicina cientifica ha avanzado tanto, que quienes mas ganan con ella creen que no es necesario que siga progresando. Por esto mismo hay que ayudarla, rodeandola de una membrana filosófica que la ayude a seguir creciendo en lugar de convertirse en dogma, como ocurrió con la escuela hipocrática al extinguirse la curiosidad y la actitud crítica de sus fundadores

Pero el investigador biomédico ambicioso no se contentara con hacer un descubrimiento más, por innovador y útil que sea, sino que intentará sistematizar y profundizar el monumental fondo de saber biomédico. Es decir, aspirará a construir teorías sobre las enfermedades que, además de ser generales como fue la teoría humoral, sean verdaderas y por ello de enorme utilidad practica. La medicina ya tuvo su Galileo: Claude Bernard. ¿Cuando aparecera el Newton de la medicina?

Agregar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos requeridos están marcados *