Hipercertidumbre

Cuando estamos solos y pensamos en nuestras decisiones y planes, naturalmente sentimos dudas. ¿Elegimos la trayectoria profesional correcta? ¿Dijimos lo adecuado para conseguir el empleo? ¿Adoptamos la mejor estrategia? En cambio, cuando estamos en un grupo, este mecanismo dubitativo y reflexivo se neutraliza. Supongamos que el grupo tiene que decidir una estrategia importante. Sentimos el apremio de actuar. Discutir y deliberar es fatigoso, ¿y adonde nos llevara? Sentimos la presión de decidir y respaldar la decisión. Si disentimos, quizá seamos marginados o excluidos, y repudiamos esa posibilidad. Además, si todos están de acuerdo en que tal o cual es el curso de acción correcto, estamos compelidos a sentirnos seguros de la decisión. Así, el cuarto efecto en nosotros es hacernos sentir más seguros de lo que nosotros y nuestros colegas hacemos, lo cual nos vuelve a todos mas proclives a correr riesgos.

Eso es lo que sucede en las fiebres y las burbujas financieras: si todos apuestan al precio de los tulipanes, a las acciones de South Sea, o a hipotecas de baja calidad, debe tratarse de algo seguro. Los escépticos son demasiado cautelosos. Como individuos, es difícil que nos resistimos a algo de lo que los demás parecen estar tan seguros. No nos lo queremos perder. Además, si estuviéramos entre los pocos que compraron esas acciones y estas cayeron, nos sentiríamos ridículos y avergonzados, tristemente responsables de haber sido tan incautos. Arropados, en cambio, por cientos mas que hicieron lo mismo, nos protegemos de sentirnos responsables, lo que aumenta la probabilidad de que corramos esos riesgos en la situación grupal.

Si como individuos tuviéramos un plan visiblemente ridículo, otros nos alertarían y nos harían volver a la tierra, pero en un grupo sucede lo contrario: todos parecen validar el proyecto, por delirante que sea (como invadir Irak y esperar ser recibidos como libertadores), y no hay extraños que nos salpiquen con un poco de agua fría.

Siempre que te sientas demasiado seguro y entusiasmado con un plan o idea, retrocede y evalúa si se trata de un efecto viral grupal que opera en ti. Si puedes apartarte un momento de tu entusiasmo, quizá notes que tu pensamiento acostumbra racionalizar tus emociones, para confirmar la certidumbre que quieres sentir. Nunca abandones tu capacidad para dudar, reflexionar y considerar otras opciones; tu racionalidad como individuo es tu única protección contra la locura que puede invadir a un grupo.  

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