¿Por qué los súper inteligentes acaban reportando a idiotas? Los jefes-i suelen sentirse abrumados por la vastedad y la complejidad de la información sobre la que discuten los miembros de su equipo en las reuniones. En situaciones así es frecuente ver los ojos del jefe-i perder su brillo. Tal vez se quede mirando al frente concentrado su mirada en algún punto situado entre unos segundos y media un espacio de tiempo comprendido entre unos segundos y media hora antes de que alguien se de cuenta de ello. Cuando esto sucede los miembros del equipo hablan entre ellos con un sutil lenguaje de signos y salen sin hacer ruido de la sala, seguros de que si el jefe recupera la conciencia después de que todo el mundo se haya ido a casa, los vigilantes se ocuparan de él.
A veces los jefes-i se sienten tan abrumados por la complejidad de lo que se discute a su alrededor que acaban necesitando hospitalización. Un problema económico cada vez más importante para las empresas que se ven obligadas a pagar gastos médicos disparatados. Las empresas progresistas empiezan a enseñar técnicas de resucitación a su personal de seguridad y de Recursos Humanos para evitar gastos clínicos onerosos.
Es una lástima que el departamento de Contabilidad no haya encontrado aún la manera de cuantificar el ahorro de costos que implica la ausencia por enfermedad de un jefe-i. Podría muy bien darse el caso de que el departamento de un jefe-i hospitalizado sea notablemente más eficiente en su ausencia y que los costos médicos queden compensados. ¿De qué modo quede ahorrar más dinero la empresa? ¿ Reviviendo jefes-i en situación critica o dejándolos en estado catatónico? Para responder a esta pregunta, se hace imprescindible más investigación.
Espero que estés empezando a apreciar el complejo reto que tu jefe idiota supone para los planificadores de tu empresa. Los jefes idiotas pueden ser un auténtico fastidio. Pues aunque esa mirada vidriosa que presentan en las reuniones sea producto de un trauma infantil, la vergüenza o la culpabilidad, siguen siendo idiotas. Y hay que aprender a tratar con ellos. Vale la pena prestar atención al camino hacia la recuperación del idiota, sobre todo cuando el idiota no eres precisamente tú. Y una parte importante del proceso es aceptar que hay cosas que no pueden cambiarse.