De ese primer efecto se deriva el segundo: en el contexto grupal, fingimos siempre. Nos ajustamos no solo a las apariencias y el pensamiento, sino que también exageramos nuestra conformidad y les demostramos a los demás que pertenecemos. En el grupo, nos volvemos actores, moldeamos lo que decimos y hacemos para que los demás nos acepten, gusten de nosotros y nos vean como miembros leales del equipo. Nuestra actuación cambia dependiendo del tamaño del grupo y su composición particular: jefes, colegas o amigos. Podríamos iniciar con cierto grado de distancia interna esas actuaciones, conscientes, por ejemplo, de que somos inusualmente obsequioso en presencia del jefe. Pero con el paso del tiempo, cuando interpretemos nuestro papel sentiremos lo que mostramos; esa distancia interna desaparece y la mascara se funde con nuestra personalidad. En lugar de pensar en sonreír en los momentos apropiados, adoptamos automáticamente una sonrisa.
Como parte de esta actuación, minimizamos nuestros defectos y exhibimos lo que consideramos nuestras fortalezas. Fingimos seguridad. Actuamos de manera mas altruista. Los estudios demuestran que somos mas propensos a donar dinero o ayudar a alguien a cruzar la calle cuando otros nos miran. En el grupo, nos aseguramos de que la gente nos vea apoyar las causas correctas: divulgamos preeminentemente nuestras opiniones progresistas en las redes sociales. También nos cercioramos de que los demás nos vean trabajar con ahincó e invertir horas extra. Cuando estamos solos, solemos ensayar en la mente las cosas que diremos o haremos en nuestra siguiente función.
No creas que es mejor que sea tu mismo o que te rebeles contra eso, No hay nada mas forzado que contener la necesidad de fingir, que hasta los chimpancés manifiestan en alto grado. Si quieres parecer natural, satisfecho de ti mismo, tienes que actuar; debes aprender a no sentirte nervioso y a controlar tu apariencia para que, en medio de tu naturalidad, no ofendas a la gente no los valores del grupo. Quienes se rehúsan a fingir terminan marginados, ya que el grupo expulsa de modo inconsciente a esos sujetos.
En cualquier caso, no te avergüences de esta necesidad; no puedes hacer nada al respecto, ya que en el grupo ajustamos de forma inconsciente nuestro comportamiento a la necesidad de encajar. Es preferible estar consciente y superior, capaz de alterar tus expresiones para encajar en el subgrupo e impresionar a la gente con tus cualidades.