Cuando somos mayores, tendremos a poner limites a lo lejos que podemos llegar en la vida. Con el paso de los años, interiorismos las críticas y dudas de los demás. Al aceptar que lo que pensamos es el limite de nuestra inteligencia y fuerza creativa, generamos una dinámica autocumplida. Eso se convierte en nuestro limite. Pero nada te obliga a ser tan modesto y humilde en este mundo. Esa humildad no es una virtud, sin un valor que la gente promueve para someterte. Hagas cuanto hagas ahora, puedes hacer mucho más, y si piensas eso crearas una dinámica muy distinta.
En la Antigüedad, muchos grandes líderes, como Alejandro Magno y Julio Cesar, creían descender de los dioses y ser en parte divinos. Esta creencia se traducía en un alto grado de seguridad que otros aprovechaban y reconocían. Era una profecía autocumplida. Aunque no es indispensable que cedas a iguales pensamientos de grandeza, sentirte destinado a algo grandioso o importante te dará cierta medida de resiliencia cuando la gente se oponga o resista a ti. No interiorizaras las dudas que provengan de esos momentos. Tendrás un espíritu emprendedor. Intentarías sin cesar cosas nuevas e incluso correrás riesgos, confiando en tu aptitud para recuperarte del fracaso y en la sensación de que estas destinado a triunfar.
Cuando Chejov tuvo la epifanía acerca de la libertad fundamental que podía crear para sí, tuvo lo que el psicólogo estadunidense Abraham Maslow llamo una “experiencia cumbre”. Esos son los momentos en lo que te elevan sobre la labor diaria y sientes que hay algo mas grande y sublime en la vida que no has percibido. En el caso de Chejov, la causa fue una crisis, la soledad, y esto lo llevo a la sensación de completa aceptación de la gente y el mundo a su alrededor. Esos momentos pueden resultar de un esfuerzo por rebasar tus supuestos limites, de vencer grandes obstáculos, escalar montañas, viajar a una cultura muy diferente o experimentar el firme vinculo de cualquier forma de amor. Persigue deliberadamente esos momentos, estimúlalos si puedes. Tendrán el efecto, como en Chejov, de cambiar para bien tu actitud. Ampliaran lo que piensas de tus posibilidades y la vida, y siempre regresaras a este recuerdo en busca de inspiración suprema.
En general, este modo de verte es contrario a la actitud irónica y desenfada que muchas personas gustan de asumir en el mundo posmoderno: nunca son demasiado ambiciosas, nunca demasiado positivas con las cosas o la vida; fingen siempre una humildad despreocupada y sumamente falsa. Juzgan la actitud positiva y expansiva como demasiado optimista y candorosa. Pero su actitud desenfadada es en realidad una mascara astuta para esconder sus grandes temores, a hacer el ridículo, fracasar, mostrar demasiada emoción. Lo mismo que tendencias similares en la cultura, la actitud desenfadada se desvanecerá al final, apenas un residuo de principios del siglo XXI. Si avanzas en la dirección opuesta, progresaras más.