El aprendizaje de un idioma está directamente relacionado con el aprendizaje de su cultura, ya que al aprender una nueva lengua los estudiantes adquieren conocimientos sobre aspectos sociales, políticos, económicos o artísticos de sus hablantes, y, en general, acerca de sus valores, prácticas y modos de vida. En el caso del idioma inglés, debido a su carácter de idioma internacional, los alumnos tienen la posibilidad de aprender no solo acerca de la cultura de países de habla inglesa, sino que también, por medio de él, tienen acceso a información acerca de diferentes países, sus costumbres, habitantes, literatura y otros aspectos que amplían su conocimiento del mundo. Además, los medios y la tecnología han facilitado la comunicación entre personas provenientes de diversos contextos, realidades y culturas, y el inglés se ha convertido en la lengua de interacción y acercamiento entre ellos, brindando mayores oportunidades para que personas se conozcan y aprendan unos de otros. Asimismo, aprender contenidos relacionados con la cultura permite expandir el conocimiento del mundo, apreciar y comprender cómo otras culturas ven el mundo, y descubrir la relación entre los productos de la cultura y las creencias y valores que le son propios.
Con respecto a la educación y la cultura, Kumaravadivelu afirma que es necesario desarrollar una conciencia cultural que permita aprender, crecer y cambiar para enfrentar los desafíos de la realidad global. Asimismo, es importante desarrollar una mente reflexiva que permita pensar críticamente sobre otras culturas y la propia.
Lo anterior se traduce en la necesidad de desarrollar la competencia intercultural en los estudiantes, es decir, la habilidad para interactuar con personas provenientes de otras culturas y/o funcionar en un contexto cultural que no es el propio, ser consciente de ello, respetar las prácticas y costumbres de otras personas y comportarse de una forma adecuada a esa cultura determinada.
La competencia intercultural se ha convertido en una habilidad indispensable para trabajar y estudiar en el siglo XXI. Esta habilidad permite interactuar en contextos culturalmente diferentes al propio, comprender la diversidad, valorar a las personas provenientes de otras culturas, y desarrollar respeto y apreciación por sus formas de pensar, valores, prácticas y productos. Desarrollar esta conciencia de interculturalidad enriquece la educación y formación de los alumnos, ya que, al tener conocimiento y valoración de diferentes contextos y realidades, pueden aportar con otros puntos de vista, creatividad, innovación, mayor flexibilidad cognitiva y empatía, y desarrollan mayor valoración por su propia realidad y cultura. Lo anterior implica, también, sensibilizar a los alumnos sobre su propia riqueza cultural y motivarlos a participar en la negociación y articulación de significados y valores culturales.