Las consequencias del nacionalismo y la descolonizacion (siglo xx)

Introduccion

Este libro que se encuentra entre sus manos, o que está leyendo en un medio digital, tiene como objetivo entender el presente a partir del relato de los dos últimos siglos. Está dirigido a todo aquel que siente curiosidad por comprender cómo hemos llegado a tener el mundo en el que vivimos, desde una perspectiva tanto política como económica, tecnológica y social. Pero, especialmente, el libro pretende fortalecer las competencias de pensamiento crítico y ciudadanía que los estudiantes adquieren en la asignatura de Historia Con- temporánea de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC), perteneciente al Área de Humanidades.

La historia de los últimos, aproximadamente, doscientos años —lo que se conoce como Edad Contemporánea y que se inicia con la Revolución francesa en 1789— es la continua construcción de nuestro presente. Por mucho que se piense que el siglo xxi es el summum de las innovaciones tecnológicas, si echamos un poco la vista atrás veremos que no somos tan originales como pensamos. Partamos de algunos simples ejemplos: la gran mayoría de nuestros transportes, tal y como los conocemos, son evoluciones de inventos que datan de la Revolución Industrial. El coche, el avión, el ferrocarril, la motocicleta… Todos ellos ya existían en las primeras décadas del siglo XX. No poseían las prestaciones tecnológicas de los actuales, pero ya estaban transformando la manera de desplazarse. Y, en cuanto a las comunicaciones, podríamos decir casi lo mismo: no solo había el telégrafo para comunicaciones intercontinentales, sino que el teléfono ya se utilizaba; ahora lo llevamos en el bolsillo y antes estaba colgado en una pared, pero eso no significa que no existiera. Ahora contamos con internet y tecnologías satelitales, de acuerdo, pero cualitativa y cuantitativamente los cambios de los últimos 30 años no son comparables con los que transformaron la vida de los ciudadanos de finales del siglo xix e inicios del xx.

Si nos centramos en la política, nuestras constituciones se basan en características como el hecho de que la soberanía reside en la nación, la división de poderes o que todos los ciudadanos tienen derecho a la igualdad ante la ley. Todo ello proviene de la Ilustración, y ya fue aprobado en las constituciones liberales de finales del siglo xviii e inicios del xix. Las que ahora están vigentes han corregido importantes lagunas de dichas constituciones, como el derecho al voto femenino, pero en muchos aspectos no han existido en el siglo XXI grandes innovaciones.

Es un momento como el actual, en donde están subiendo los partidos de extrema derecha, es fundamental tener en cuenta qué ocurrió la anterior ocasión en que los partidos fascistas estuvieron en el poder: una guerra con más de cincuenta millones de muertos y el Holocausto, la gran mancha negra de la humanidad. Por eso, en una época en que políticamente se banaliza el insulto de nazi o fascista, saber exactamente a qué se están refiriendo es vital para comprender la importancia de que no vuelvan al poder partidos de dicha índole.

Para los nuevos marcos políticos del siglo xix era indispensable la creación y el desarrollo del nacionalismo, porque los Estados necesitaban que el ciudadano entendiera que tenía unos derechos, pero también unos deberes. El problema fue que, llevado al extremo, el nacionalismo tuvo consecuencias nefastas en el siglo xx, como las dos guerras mundiales. Después de unas décadas de globalización, parece que está volviendo con fuerza con dirigentes como Donald Trump, que venció las elecciones de 2016 con mensajes nacionalistas y excluyentes.

El modelo de economía capitalista ahora se ha generalizado en el mundo, aunque con algunas variantes. Una excepción es Corea del Norte, donde persiste un sistema comunista-totalitario, porque incluso Cuba ya va realizando pequeños pasos hacia el libre mercado. El capitalismo se basa en las reglas que se fueron imponiendo en la economía liberal de hace más de dos siglos. Pero el sistema económico capitalista liberal tenía sus debilidades, como se demostró en el crac del 29, lo que hizo que a partir de la Segunda Guerra Mundial se instaurara el estado del bienestar, que también inició su declive con otra crisis, la del petróleo de 1973. De allí surgió el actual modelo económico, el neoliberalismo, el cual con la globalización se expandió por casi todo el mundo y del que ya muchas voces empiezan a pedir su reforma, pues está acelerando las desigualdades sociales.

Pero, durante gran parte del siglo xx, el capitalismo tuvo que convivir como modelo económico con su archienemigo, el comunismo. El primer país en adoptarlo fue la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas a partir de la Revolución rusa de 1917, y en numerosos países desde la Segunda Guerra Mundial. Finalmente, el fracaso económico del sistema comunista provocó la caída del muro de Berlín en 1989 y su casi desaparición. Aunque no en el plano económico, pues ya ha abrazado el capitalismo, en el plano político todavía se mantiene en un país tan poderoso como es China.

En gran medida, las economías de los países que se descolonizaron en la segunda mitad del siglo xx seguían supeditadas, al igual que sus contextos políticos, a las antiguas potencias imperialistas, en cierta medida por cómo se llevaron a cabo las descolonizaciones y los intereses económicos de Occidente, en lo que se pasó a llamar neocolonialismo. Las anteriores potencias, y las nuevas también, quisieron conseguir un trato de favor por parte de las nuevas naciones, para lo cual no tuvieron reparos en influir políticamente sin importar las necesidades de la población.

Podríamos seguir aportando ejemplos durante muchos párrafos más, pero lo mencionado hasta ahora ya es una muestra significativa de la relevancia que tiene en nuestra sociedad actual lo que ha ocurrido en los últimos dos siglos. Por ello, de una manera divulgativa, este libro pretende que el ciudadano del siglo xxi entienda el porqué de las principales características económicas, políticas y sociales en las que el mundo actual se mueve. Para ello, se divide en tres grandes partes:

—Política. A partir de cuatro capítulos, se repasan los principales acontecimientos políticos desde finales del siglo xviii hasta la actualidad. En el primero, escrito por Rocío Rebata, se relata cómo se implantaron las constituciones liberales y qué aportaron en los nuevos contextos políticos. El segundo, de José Vásquez, nos acerca a la primera mitad del siglo xx con las dos guerras mundiales y el ascenso del fascismo en el periodo entreguerras. En el tercero, de Rocío Rebata, se analiza la Revolución rusa desde sus antecedentes hasta el terror desencadenado por Stalin. Y en el cuarto, de Jorge Illa, se muestra el mundo bipolar de la Guerra Fría y cómo su finalización encumbró a los Estados Unidos como única superpotencia.

—Economía y sociedad. Esta sección contiene tres capítulos, los dos primeros escritos por Emilio Santos y el tercero por José Vásquez. En el primero se relatan las transformaciones económicas y sociales que surgieron con las revoluciones industriales del siglo xix, y en el segundo las distintas variaciones que fue adoptando el capitalismo durante el siglo xx para superar las crisis que enfrentó. El tercer capítulo nos muestra las características de los nuevos movimientos sociales que aparecen en la década de 1960 y cómo afectaron a la sociedad.

—Nacionalismo e imperialismo. Se divide en dos capítulos, ambos escritos por Jorge Illa. En el pri- mero, enfocado en el siglo xix, se presentan la aparición y el desarrollo del nacionalismo, así como las causas del imperialismo de finales del siglo xix; en el segundo se muestran los problemas que causó el nacionalismo en el siglo xx y la descolonización posterior a la Segunda Guerra Mundial, que económicamente no termino de ser todo lo positiva que podría haber sido para los países colonizados.

Reflexiones finales

Los conflictos que el nacionalismo provocó en el siglo xx, en especial las dos guerras mundiales, ayudaron a que los Estados buscaran otro tipo de colaboraciones en las que voluntariamente se cedían algunos aspectos de su soberanía, en especial en lo referente a temas económicos. Pero a inicios del siglo xxi hay una retroalimentación de algunos nacionalismos que, sin tener en cuenta las enseñanzas precedentes, vuelven a colocarlo en la primera línea de sus discursos políticos, recordando periodos históricos supuestamente mejores. No se sabe cuáles van a ser sus consecuencias, pero las anteriores etapas históricas en que se potenciaron los nacionalismos demuestran que al final nunca son positivas.

La descolonización no fue todo lo correcta que debería haber sido, pues dejó un reguero de golpes de Estado y de Gobiernos corruptos, muchos de ellos apoyados por las potencias occidentales, que no permitieron a las nuevas naciones desarrollarse a la par de su potencial económico. En particular, el neo- colonialismo ha sido un gran hándicap para la independencia económica de las nuevas naciones y motivos de graves carencias sociales.

Agregar un comentario

Su dirección de correo no se hará público. Los campos requeridos están marcados *