Muchas personas del mundo de los negocios nos dicen que el dominio personal es la más atractiva de las disciplinas de aprendizaje. Es gente generosa que no solo desea aumentar que la rodean, pues comprende que una organización se desarrolla junto con sus integrantes. Algunos reconocen el tema central de esta disciplina: nadie puede aumentar el dominio personal de otra persona. Solo podemos crear condiciones que alientan y respalden a las personas que deseen aumentarlo.
¿Por qué ofrecer ese aliento y ese respaldo? Porque resulta cada vez más claro que el aprendizaje no puede ser duradero a menos que este respaldado por el interés y la curiosidad personal. Cuando no existe esa chispa, la gente se resigna a capacitarse en un campo determinado, como control estadístico de procesos, capacitación de ejecutivos o planificación. Los efectos de esa capacitación duran un tiempo, pero sin compromiso la gente deja de usar las nuevas aptitudes. Poco a poco las olvida sistemáticamente, comenzando por los principios y teorías que justificaban la capacitación.
Por otra parte, si el aprendizaje está relacionado con una visión personal, la persona hará todo lo posible para mantener vivo el aprendizaje. Pero ejemplo, cada vez que alguien desea capacitarse debe llenar un sinfín de formularios y solicitudes, o existen normas y actitudes que impiden hablar abiertamente de la realidad tal cual es, o que sutilmente denigran los esfuerzos para elaborar una visión personal trascendente.
El entusiasmo por el dominio personal ha superado el desarrollo de las ideas sobre cómo inculcarlo en las organizaciones. Esperamos que eso cambie en los próximos años, a medida que el dominio personal se convierta en un tema más respetable en la investigación relacionada con las organizaciones inteligentes.
Esperamos que algunas de esas investigaciones examinen las ideas rectoras en que se basa esta disciplina. El historiador del trabajo Philip Mirvis sugiere que una investigación de este campo debería incluir el trabajo de los psicólogos Kurt Lewin, Carl Rogers, Jean Piaget, Abraham Maslow y Milton Erikson; los especialistas en management Frank Barron, Jay Ogilvy, Robert Quinn, Tim Gallwey, Jane Loevinger y William Torbert; y los conceptos de las disciplinas espirituales de Oriente y Occidente. Pero los conceptos claves que hemos hallado valiosos para esta disciplina fueron desarrollados por el compositor y profesor Robert Fritz, quien diseño un proceso de tres etapas para adoptar una orientación “creativa” de la vida: elaborar una visión personal, ver la realidad actual con claridad y escoger; comprometerse con la creación de los resultados que deseamos.