Nuestro tablero estratégico: la necesidad de un salto cualitativo

Al presentar al lector lo que hemos definido como nuestro tablero estratégico cerebral de largo plazo, en el apartado final del capítulo 1, hemos escrito expresiones con las que se ira familiarizando a lo largo de esta obra: cerebro reptiliano, sistema límbico y córtex pensante, entre otras.

En el presente, analizaremos por que es tan relevante para el neuromanagement, el neuromarketing, el neuroliderazgo, el neuroaprendizaje y la neuroeconomia el estudio de las diferencias entre estas estructuras que, luego de millones de años de evolución, se han reunido en una sola: el cerebro humano.

Comenzaremos por explicar que el cerebro del hombre actual tiene un volumen medio de 1.350 centímetros cúbicos y pesa aproximadamente 1.400 gramos. Es, proporcionalmente, el más grande del reino animal y, a su vez, el más complejo.

Algunas corrientes científicas sostienen que su desarrollo comenzó común de los primates y el ser humano se dividió en dos, y hasta hace poco se creía que este proceso de evolución se había detenido.

Sin embargo, el reciente descubrimiento de los científicos de la Universidad de Chicago abre un campo de estudios apasionante, más aun si tenemos en cuenta la existencia de un enorme desarrollo tecnológico que multiplica las posibilidades de llegar cada vez más a fondo con las investigaciones.

De momento, uno de los grandes misterios sobre la evolución humana es el abismo existente entre el cerebro del primer homínido (ligeramente mayor que el del mono) y el del ultimo erectus, con una corteza cerebral casi del mismo tamaño que el humano moderno.

Si bien la historia de la evolución prueba la teoría de la mente adaptativa, es difícil explicar un cambio tan grande cuando todavía no existía necesidad de que se produjese.

En términos de Ornstein,

¿Qué haría el cerebro del erectus para necesitar tal tamaño? ¿Para qué contar con una capacidad como para ir a la Luna si nadie entendía como se podía producir el hierro?

Los seres humanos modernos somos primates, como los gorilas y los chimpancés. En algún punto de la evolución, el desarrollo del hombre continua por un camino distinto.

¿Por qué un cerebro capaz de trabajar con microprocesadores si solamente se usaba para tallar unas cuantas herramientas de pierda?

Si los humanos no hemos logrado optimizar y aumentar el rendimiento de todas las funciones neurocognitivas (atención, memoria, concentración, resolución de problemas, control inhibitorio, entre otros) es porque tal vez no lo hemos considerado necesario.

  • En el tiempo presente hay necesidad de una nueva adaptación; nuestro cerebro debe evolucionar del mismo modo que tuvo que hacerlo en otra época para hablar y vivir en sociedad.

En otros términos, el cerebro ejecutivo, nuestro tablero de comando estratégico, debe adaptarse a los vertiginosos cambios del entorno en forma tan eficiente como lo hizo el hombre en sus comienzos, cuando comenzó a salir de las cavernas

Los seres primitivos no sabían que tenían que adaptarse, lo hicieron naturalmente y prepararon el “equipo” para lo que necesitaban.

Lo mismo debe hacer el ejecutivo moderno: el mundo ha cambiado y lo sigue haciendo a un ritmo tal que la evolución natural es insuficiente para que podamos adaptarnos.

Afortunadamente, los nuevos conocimientos científicos y la revolución producida en la denominada década del cerebro revelan que, más que nunca, estamos equipados para realizar el trabajo que falta desde una dirección consiente, acutando como artífices de nuestro propio desarrollo.

Al respecto, el puente que nos acerca más a la lógica científica actual, en nuestra opinión, el que establece Karl Popper cuando dice:

Parece, en gran medida, como si la vida se originase con la síntesis química de moléculas gigantes autorresproductoras evolucionando por selección natural, como afirmarían los materialistas siguiendo a Darwin (…) Así comparto con la hipótesis evolucionista (…). Mas nuestros caminos parecen apartarse cuando la evolución produce las mentes y el lenguaje humano, y diverge aún más cuando las mentes humanas producen historias, mitos explicativos, herramientas y obras de arte y de ciencia.

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