El Jardín Del Edén

Recuerda que, como decía antes, las historias del Génesis provienen de fuentes diversas. Después de la tradición sacerdotal más reciente (capítulo 1 de Génesis), que cuenta la creación del orden a partir del caos, viene la segunda y más antigua, la de la tradición yahvista, que comienza en el capítulo 2. La narración yahvista, que emplea el nombre YHWH o Yahvé para representar a Dios, contiene la historia de Adán y Eva, así como una explicación mucho más extensa de los acontecimientos del sexto día, que ya aparecen mencionados en la historia previa de la tradición sacerdotal. La continuidad entre las historia previa de la tradición sacerdotal. La continuidad entre las historia parece ser el resultado de una esmerada edición por parte de la persona o las personas que los estudiosos de la Biblia llaman <<el redactor>>, en singular, que las fusiono. Puede que esto sucediera cuando se unieron, por una razón u otra, pueblos que poseían tradiciones diferentes. Así, la mezcla de ambas provoco problemas lógicos que con el paso del tiempo iban resultado más abultados, hasta que un valiente obsesionado con la coherencia decidió remediarlo.

De acuerdo con la narración yahvista de la creación, Dios creo en primer lugar un espacio delimitado conocido como el Edén (en arameo, que se supone que era la lengua de Jesús, significa <<lugar bien irrigado>>) o el paraíso (pairidaeza, en antiguo persa o avéstico, <<recinto o jardín protegido o cercado>>). Dios coloco allí a Adán, rodeado de todo tipo de árboles frutales, dos de los cuales destacaban. Uno era el árbol de la vida; el otro, el árbol del conocimiento del bien y del mal. Dios le dijo a Adán que podía comer toda la fruta que quisiera en la cantidad que deseara, pero le señalo que la del árbol del conocimiento del bien y del mal le estaba prohibida. Y más tarde creo a Eva como compañera de Adán.

Adán y Eva no parecen al principio, cuando los depositan en el paraíso, demasiado consciente (y desde luego nada cohibidos). Tal y como se insiste en la historia, nuestros padres originales iban desnudos pero no sentían vergüenza alguna. Con este planteamiento, se da a entender en primer lugar que es totalmente natural y normal que la gente se avergüence de su desnudez- de lo contrario, nada habría que decir acerca de su ausencia-y, en segundo, que algo extraño le pasaba a esta primera pareja. Aunque hay excepciones, las únicas personas a nuestro alrededor que no sentirían vergüenza alguna si las dejaran repentinamente desnudas en un lugar público serían los menores de tres años (si exceptuamos a algún posible exhibicionista). De hecho, verse de forma repentina desnudo encima de un escenario y enfrente de una multitud resulta una pesadilla recurrente.

En el tercer capítulo del Génesis aparece una serpiente: al principio, por lo visto, con patas. Solo Dios sabe por qué dejo entrar o puso el mismo una criatura semejante en el jardín. Durante mucho tiempo le he dado vueltas a su posible significado. Parece en parte un reflejo de la dicotomía orden-caos que caracteriza cualquier experiencia, con el paraíso cumpliendo la función de orden habitable y la serpiente interpretando el papel de caos. Así pues, la serpiente del Edén posee el mismo significado que el punto negro en el lado del yin dentro del símbolo taoísta del yin-yang de la totalidad, esto es, la posibilidad de que lo desconocido y revolucionario se manifieste de forma repentina cuando todo parece estar en calma.

Así pues, no parece posible, ni siquiera para el propio Dios, crear un espacio acotado que quede totalmente protegido del exterior; no en el mundo real, con sus necesaria limitaciones y rodeado de lo trascendental. Lo exterior, el caos, siempre consigue colarse porque nada puede estar totalmente confinado del resto de la realidad. Así pues, hasta el lugar más seguro posible alberga de forma irremediable una serpiente. Siempre ha habido serpientes de la auténticas, reptiles, en la hierba y los arboles de nuestro paraíso original africano. Incluso si se hubiera expulsado a todas (de alguna forma inconcebible, por parte de un hipotético san Jorge primitivo), las serpientes se habrían perpetuado adoptando la forma de nuestros antiguos rivales humanos (al menos cuando actuaban como nuestros enemigos, desde nuestras limitadas perspectivas de grupo y linaje). Después de todo, si algo no faltaba entre nuestros antepasados, tribales o no, era el conflicto y la guerra.

El incluso si hubiéramos vencido a todas las serpientes que nos cercan desde fuera, tanto las reptiles como las humanas, no estaríamos seguros. Tampoco lo estamos ahora. Después de todo, ya hemos visto al enemigo y no es otro que nosotros mismos. En mi opinión, este es el motivo de la extraña insistencia del cristianismo, que John Milton explícito de forma paradigmática, a propósito de que la serpiente del jardín del Edén era Satán, el mismo espíritu del mal. Difícilmente puede exagerarse la importancia de esta identificación simbólica, así como su asombrosa genialidad. Precisamente mediante este ejercicio de la imaginación, practicado a lo largo de los milenios, se desarrolló la idea de unos conceptos morales aislados, con todo lo que conllevan. Hay un trabajo hercúleo, imposible de imaginar, detrás de la idea del bien y del mal y su correspondiente metáfora onírica. La peor serpiente posible es la eterna tendencia humana al mal. La peor serpiente posible es la eterna tendencia humana al mal. La peor siempre posible es psicológica, espiritual, personal, interna. Y no hay muros, por grandes que sean, que puedan mantenerla fuera. Incluso si la fortaleza fuera en principio lo suficientemente sólida como para dejar fuera todas las cosas malas, volverían a aparecer inmediatamente desde el interior. Tal y como repetía el gran escritor ruso Alexandr Solzhenitsyn, la línea que separa el bien del mal atraviesa el corazón de todo ser humano.

Básicamente no hay forma alguna de enclaustrar un espacio, aislarlo de la enorme realidad que nos rodea y conseguir que todo en su interior sea seguro y previsible. Parte de aquello que se ha dejado fuera tan cuidadosamente terminara por volver a colarse. Alguna serpiente, en términos metafóricos, acabara por aparecer. Incluso los padres más diligentes no pueden proteger completamente a sus hijos, ni siquiera encerrándolos en un sótano, totalmente alejados de las drogas, el alcohol y el porno por internet. En ese caso extremo, los padres demasiado precavidos y solícitos acaban por ocupar el lugar de los otros problemas terribles de vida. Esta es la gran pesadilla edifica de Freud. Es mucho mejor para los Seres que dependen de ti que los vuelvas competentes que no que los protejas.

E incluso si existiera la posibilidad de desterrar para siempre todo lo que representa algún tipo de amenaza, todo lo peligroso (y, consecuentemente, todo lo que implica desafío e interés), eso tan solo conduciría a la aparición de otro peligro: el infantilismo humano permanente y la inutilidad absoluto. ¿ Cómo podríamos llegar hasta nuestro pleno potencial sin desafío ni peligros? ¿Qué niveles de aburrimiento e insignificancia alcanzaríamos si ya no hubiera razón alguna para prestar atención? Quizá Dios pensó que su nueva creación estaba en condiciones de enfrentarse a la serpiente y por eso considero que su presencia era el mal menor.

Una pregunta para los padres: ¿queréis que vuestros hijos estén seguros o que se hagan fuertes?

Sea como sea, hay una serpiente en el jardín de Edén y se trata, de acuerdo con la historia antigua, de una bestia <<sutil>> (difícil de ver, etérea, astuto, pérfida, traicionera). Así las cosas, no resulta sorprendente que intente gastarle una jugarreta a Eva. ¿Pero por qué a Eva en vez de a Adán? Quizá fue simplemente una cuestión de suerte. Estadísticamente hablando, Eva tenía la mitad de las posibilidades, es decir, bastantes. Pero estas viejas historias me han enseñado que nada en ellas es superfluo. Cualquier cosa que parezca accidental, que no contribuya a la trama de la historia, hace mucho que se ha dejado de contar. Como el dramaturgo ruso Anton Chejov recomendaba: << Si hay un rifle apoyado en la pared en el primer acto, tiene que dispararse en el segundo. De lo contrario, no pinta nada ahí>>.

Quizá la Eva primordial tenia más razones para prestar atención a las serpientes que Adán. Tal vez había más posibilidades de que atacaran, por ejemplo, a sus hijos que vivían en los árboles. Quizá es por esto que las hijas de Eva son más precavidas, cohibidas, temerosas e inquietas, incluso hoy (sobre todo y especialmente, en la más igualitaria de las sociedades humanas contemporáneas). En cualquier caso, la serpiente le dice a Eva que, si come la fruta prohibida, no morirá, sino que, al contrario, se le abrirán los ojos y se volverá como Dios, capaz de distinguir el bien del mal. Por supuesto, lo que la serpiente no le dice es que será como Dios tan solo en ese aspecto. Pero al fin y al cabo es una serpiente. Y como buena humana, deseosa de saber más, Eva decide comerse la fruta. ¡Y pum! Se despierta: ahora se vuelve consciente, o quizá consciente de sí misma, y se cohíbe por primera vez.

Pero ninguna mujer lucida y consciente va a aguantar a un hombre que no ha desperado. Así pues, Eva comparte inmediatamente la fruta con Adán. Y él también se convierte en un ser consciente de sí mismo y avergonzado. Ha cambiado bien poco. Las mujeres han hecho que los hombres sientan vergüenza desde el principio de los tiempos. Es algo que consiguen fundamentalmente rechazándolos, pero también avergonzándolos cuando no asumen responsabilidades. No resulta extraño, teniendo en cuenta que las mujeres asumen la principal carga de la reproducción. Es más, es difícil imaginar que pudiera ser de otra forma. Pero la capacidad de las mujeres de avergonzar a los hombres y volverlos inseguros sigue constituyendo una fuerza primordial de la naturaleza.

Llegados a este punto quizá te preguntas que diantres tienen que ver las serpientes con tener ojos abiertos. Bueno, para empezar es claramente importante verlas, porque puede que estén acechándote (sobre todo si eres pequeño y vives en árboles, como nuestros antepasados arbóreos). La doctora Lynn Isbell, profesora de Antropología y Comportamiento Animal en la Universidad de California, ha sugerido que la vista tremendamente aguda que los seres humanos poseen de forma casi exclusiva fue una adaptación a la que nos vimos forzados hace decenas de millones de años ante la necesidad de detectar y evitar el terrorífico peligro de las serpientes, junto a las cuales nuestros ancestros fueron evolucionado. Esta es posiblemente una de las razones por las que la serpiente aparece en el jardín del paraíso como la criatura que nos proporcionó la vista de Dios (además de presentarse como el enemigo eterno y primordial de la humanidad). También es posiblemente una de las razones por las que Maria, la madre eterna y arquetípica- Eva perfeccionada-, se representa tan a menudo en la iconografía medieval y renacentista levantando al Niño Jesús del suelo, alejándolo de un reptil depredador que tiene firmemente atrapado bajo pie. Pero aún hay más. Lo que ofrece la serpiente es fruta, y esta última también se asocia con una transformación de la vista, en el sentido de que nuestra habilidad para ver los colores es una adaptación que nos permite reconocer con rapidez que parte del botín que guardan los arboles ha madurado y, por consiguiente, es comestible.

Nuestros padres primordiales escucharon a la serpiente y se comieron la fruta. Se les abrieron los ojos. Ambos despertaron. Puede que pienses, como Eva hizo en un primer momento, que eso tenía que ser bueno. En ocasiones, sin embargo, medio regalo es peor que nada en absoluto. Adán y Eva se despiertan, de acuerdo, pero solo lo suficiente para descubrir algunas cosas horribles. Y lo primero de lo que se dan cuenta es de que están desnudos.  

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